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La última mesa de la primera jornada del IV Congreso Nacional de COSSPRA tuvo como columna vertebral el análisis de los medicamentos de alta rotación y los desafíos que implican para la sostenibilidad del sistema.
Abrió el debate Nolasco Salazar, director del Instituto Autárquico Provincial de Obras Sociales (IAPOS), quien, desde su rol de moderador, señaló que resulta “muy necesario hacer hincapié en el vademécum para orientar la dispensa de medicamentos”. En ese sentido, subrayó que desde ese organismo se realiza “un seguimiento junto con los técnicos del Colegio para mejorar día a día el programa prestacional ambulatorio”.
Luego, José María Miranda, coordinador prestacional del Instituto Provincial de la Salud de Salta (IPS), tomó la palabra para destacar que el mercado farmacéutico de medicamentos ambulatorios -con receta y de venta libre- en Argentina “configura más del 70% de las unidades comercializadas en el país: entre 52 y 60 millones de unidades mensuales. De ese total, un 70% son medicamentos con prescripción”.
“El mercado total se contrajo un 10,3% vs 2022. Se están priorizando los medicamentos prescritos, es decir, la gente está eligiendo qué comprar y qué dejar”, explicó. Según detalló, el 66,6% de los medicamentos vendidos provienen de la producción nacional y la facturación total alcanza los $2.644 millones.
“Hay factores que condicionan el consumo del medicamento ambulatorio, como la inflación y el aumento de precios, la pérdida del poder adquisitivo, la prioridad de tratamientos esenciales y el rol del farmacéutico comunitario”, remarcó. Entre los principales desafíos, mencionó “fortalecer los genéricos, impulsar la producción nacional y consolidar la receta electrónica”.
Posteriormente, Gabriel Espinaco, gerente de la Federación Farmacéutica de la República Argentina (FEFARA), se refirió al “fuerte posicionamiento de los laboratorios nacionales en el mercado interno”. Explicó que “en los ´90 se produjo una integración vertical del mercado, cuando los laboratorios crearon las distribuidoras. Eso agregó mucha eficiencia a la gestión del sistema y consolidó la posición de los laboratorios nacionales. De hecho, hoy el 90% de los medicamentos ambulatorios se comercializan a través de esas tres distribuidoras”.
Asimismo, consideró que “existe una fuerte cultura de acceso a marcas, asociadas a la seguridad y el prestigio. Las leyes de prescripción por genérico tuvieron impacto en el corto plazo, que no se consolidó con el paso del tiempo”.
“Tenemos una red de provisión muy amplia, con droguerías con gran capilaridad que llegan a las farmacias dos o tres veces por día. Eso les permite a las farmacias no necesitar un stock propio. La red de farmacias es muy amplia, nucleadas en dos entidades. Y hay un único precio de venta al público en todo el país. En Chile, en cambio, esos precios están formados por las cadenas comerciales, con mucha debilidad por parte de las farmacias comunitarias”, remarcó.
Respecto del contexto actual, sostuvo que “estamos en un momento de grandes cambios y dificultades y tenemos que repensar la forma en la que trabajamos. Hay una caída del nivel promedio de salarios pospandemia que hace que las obras sociales provinciales estén con serios problemas de financiamiento del sistema de salud”.
“Algunas farmacias tienen sistemas de cuenta corriente barrial, con dificultades para acceder al bolsillo del usuario -la gente tiene problemas para abonar los copagos-”, advirtió. Además, alertó que “hay un 25% del crecimiento de la tasa de utilización del sector público: hay población con empleo registrado que dejó de acceder al sistema privado por imposibilidad de pagar plus médicos y copagos de medicamentos. Y también hay una falta de planificación tecnológica para mejorar la interoperabilidad y la integración de sistemas”.
En ese sentido, planteó que “tenemos que ser socios los financiadores, los laboratorios y las farmacias. Es imprescindible un cambio cultural y una comprensión clara del concepto de limitación de recursos. No va a haber quien nos pague todos los productos que la industria está queriendo ofertar. El sector tendrá que incorporar este concepto”.
Como aporte, mencionó la implementación del concepto de receta segura: “Es un estándar administrativo que el farmacéutico tiene que cumplir y está sistematizado. Se refiere a la existencia de un token y un proceso de certificación de entrega de producto que evita errores. En diciembre habrá farmacias que lo empiecen a usar de manera obligatoria”.
Además, destacó que están entregando en más de 4.000 farmacias de la provincia de Buenos Aires accesorios e insumos médicos con provisión gestionada -pañales, leches y otros-, lo que permite “reponer sin que las farmacias tengan que preocuparse por los stocks”.
Por su parte, Claudio Riganti, apoderado y gerente de Asuntos Económicos de la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA), se refirió a la cadena de valor farmacéutica y al financiamiento del acceso a los medicamentos en el país. Señaló que hubo una “caída de unidades en el segmento ambulatorio importante en los últimos dos años”, destacando la situación de PAMI, donde “se perdieron casi 5 millones de unidades. Había un sobreconsumo, un stockeo por parte de beneficiarios no legítimos”.
Los medicamentos ambulatorios totalizan 37 millones de unidades comercializadas por mes. Cada 276 ambulatorios que se venden, uno es especial. Hay 354 laboratorios en Argentina, 196 plantas industriales (186 nacionales), 458 droguerías y 14.200 farmacias. “En Argentina se produce con altos estándares de calidad, que nos permiten exportar por más de 1.100 millones de dólares a 116 países”, reseñó.
Entre otros datos, compartió que “el precio promedio de un medicamento ambulatorio en el país es de $34.800. El descuento promedio de la cadena es del 25,3% sobre el PVP. La cobertura promedio de la obra social es del 57%, y el copago a cargo del afiliado, del 43% restante”.
“Tenemos que seguir insistiendo en trabajar en conjunto los tres jugadores para definir calidad y precio de la prestación en medicamentos”, concluyó.
Más tarde, José Giacobbe, gerente general del Servicio Médico Previsional (SEMPRE) del Instituto de Seguridad Social de La Pampa, introdujo la temática de los “medicamentos ambulatorios con cobertura por precio de referencia”, bajo el concepto de “priorizar la pauta terapéutica y no el reconocimiento de la marca. Hay que informar al afiliado de qué forma accede y qué alternativas tiene”.
Finalmente, Rodolfo Fasoli, interventor de la Obra Social Provincia de San Juan, compartió un análisis sobre el costo prestacional en relación con el precio del medicamento ambulatorio.
“El 46% del gasto prestacional de la obra social se lo llevan los medicamentos. El 37% la atención médica y el resto otros gastos. Y el medicamento ambulatorio representa el 60% del total vendido”, explicó.
Este nivel de gasto, remarcó, “se hace insostenible. La más temible consecuencia es la destrucción del sistema, que a corto plazo va a suceder si seguimos por el camino que vamos”. Asimismo, señaló que el hecho de que el PVP resulte “muy superior al precio de salida de laboratorio demanda que tengamos que trabajar con la industria para ver de qué manera mejoramos esto”.
A modo de reflexión, recordó que cuando surgió la penicilina era un medicamento de alto costo: “En 1943 había que desembolsar 1.200 dólares por un tratamiento para la neumonía, un valor mayor que el de un vehículo 0 km”.
“Ahora, para continuar brindando servicios de salud a 7,2 millones de afiliados, debemos controlar y reducir el gasto en medicamentos. Por eso resulta interesante como nicho de mercado para la industria farmacéutica un acuerdo comercial sostenible como única salida, con un precio COSSPRA”, propuso.

